miércoles, 8 de julio de 2009

Los amigos de Ramoncito

Estas vacaciones traté de que fueran distintas a las de ocasiones anteriores, pues físicamente necesito ponerme en forma y comencé el lunes.

Quedé con Lalo (un amigo) de ir a correr un poco al ya legendario "Parque de Convivencia Familiar" (para la gente que no es de Irapuato, les comento que es un parque muy tradicional acá, se ubica a espaldas del viejo estadio Revolución), y pues lo hice, el martes tempranito (algo así como 7:15 de la mañana) llegué y me puse a esperar al también llamado "Rorro" Montes.

Mientras esperaba, me puse a dominar el balón, y debo confesar que andaba inspirado pues la noche anterior me estuve viendo vídeos de cuando "Peluza" llegó al Napoli italiano y definitivamente quedé soprendido de su tipo de juego. Maradona tomaba la bola pegadita al pie y burlaba, era todo un show, era una sinergia como ninguna otra, el "D10s" del futbol gambetea como cualquier amante de este deporte quisiera.

Así pasaron varios minutos hasta que me dí cuenta que este chavo no llegaba por lo cual me pasé a la pista, tire la pelota y me eché a correr detrás de ella tratando de llevarla como el argentino, pegadita al pie, muy cerca de mi zapato (llevaba unos puma, misma marca que usaba Maradona). Honestamente, a veces salía, a veces no tanto. Ya después de varias vueltas, me fuí a sentar cerca de la cancha de futbol y aquí es donde comienza la historia...

En la cancha había un grupo de señores ya bastante maduros pero con una condición y ganas de jugar al futbol tremenda, eran las clásicas retas de cinco... Y eran retas fluídas y muy buenas, lastima que no conocía a nadie y me dedicaba a observar, y en ocasiones, a reír...

La tranquilidad del encuentro se vió interrumpida cuando llegó un señor muy peculiar, de ese tipo de "dones" que derraman carisma como derrama miel un panal...
La rechifla y comentarios de bienvenida llegaron como abejas a dicho panal, para muestra bastan un par de botones:
"...ora pinche viejo payaso", "¿Que pues Ramoncito, ya te aceitaste la rótula?"
La risa se me escapó y quizá por eso, uno de ellos me invitó a jugar.

En ese momento, a pesar del ambiente hóstil (no tanto como en La Piedad o El Salvador), respodí con un fuerte y claro "Si", viniendome a la mente un comentario de Misael: "Para echar la reta si somos bien hombres, pero para sacar a bailar una muchacha nos tiembla".

Rápido entré a la cancha y me ubiqué en la lateral izquierda (como recordarán, mi lesión en la muñeca me ha hecho abandonar la portería) y a correr. El juego en este tipo de escenarios implica un esfuerzo y resistencia muy grande, el cual salía de mi desde adentro pues no podía quedar mal frente a esos jugadores de la vieja escuela, aquellos cuyo primer balón era de cuero y sus botines llevaban clavos.

Entre los jóvenes estaba "Ronal-niño", típico jugador "cascarero" que cree que se las sabe de todas todas, esos que piensan que el futbol profesional suspira por que lleguen a la gloria, solo que debo decir una cosa, lo siento mijo, conmigo te la pelaste.

Otro de los elementos destacados era "El Chacalote", bueno, en realidad el apodo era "El Cachalote" solo que los ruquitos le ponían sabor al caldo (como buena gallina vieja jajaja). Su principal virtud dentro de la cancha era resguardar la porteria, y si, pues la tapaba toda.

"El güero" fue para mi el elemento más importante, pues el fue el que me invitó a jugar y al que más le hablo, el, como todos, tiene su historia: posee una carrera trunca en Mercadotecnía y atiende una miscelanea. Es de los pocos chavos que se une a la cáscara.

También estaba "El gori", quien debe su mote a su similitud con un primate. Es psicológo y mecánico, aunque no descarta su probable incursión en el negocio de la venta de flores.

"El maistro", junto conmigo, tomaba la zona baja del cuadro, se nota que el señor adiestro a varias generaciones del balompié, pues su camiseta lo identificaba como "INSTRUCTOR". Su principal virtud era el juego todo pundonor, pues suplía con ganas la técnica depurada que Dios le dió.

Otra sorpresa que me llevé es ver a mi amigo Fabián, el iba conmigo en la primaria. Fabián juega en una fabulosa mancuerna con su papá, a quien la palomilla le llama "El Médico Brujo". El señor le envía los servicios y el hijo anota los goles, ¿Que bonita familia, no?

Ya para terminar con este trabuco, hablaré del sujeto que se lleva todas las palmas: Ramoncito.
Ramoncito es el hombre del cual hablé anteriormente. Sus adidas blancos impecables daban una breve impresión de lo pulcro que era su juego, y para fortuna mía, era de mi equipo. Era el cerebro, era el diez, el creativo. Su avanzada edad y los insultos del portero rival, "El Pollo", contrario a detenerlo, lo hacían dar destellos de su futbol.

Puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que los pases filtrados o algún otro balón que le mandé a Ramoncito y no los tocó, fue por que el no tiene la necesidad de jugar con un aspirante a leguleyo como yo, honestamente Ramoncito, eres grande.

Un partido como ese para un chavo como yo, es fuerza pura, es una inyección de vida, es ganas de seguir pateando la pelota, tantas ganas, que fuí invitado a seguir llendo todos los días a las siete de la mañana... y ahí estaré puntual, por que este deporte en un ambiente así, no es más que la cosa más divertida del mundo.

Este es mi segundo aire, es mi segunda oportunidad, la vida es futbol, ¡y yo amo el futbol!

1 comentario:

Fuentes dijo...

que chingon!

si, sigue iendo con los dones!